domingo, 5 de octubre de 2008

Esperando la nada

Lo encontré. Este texto lo he buscado mucho tiempo en Internet y recién lo encuentro perdido entre muchos textos dentro de un antiguo backup.

Lo publiqué a propósito del comentario suelto de una poetiza madrileña en una comunidad literaria, refiriéndose a la magia que uno encuentra en las cosas más simples, en ese momento, distraía su mirada en unas banderas que ondulaban frente a su ventana, y le parecía genial.

Hasta ahora no recuerdo el título, pensé que era ¿Por qué ondulan las banderas? pero ese fue su propio título, lo llamaré por ahora "Esperando la nada".

Una vez más, en voz de mujer.

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…salvo ciertas emociones su corazón rara vez latía con tal vehemencia‚ las lágrimas caían sobre sus piernas y un frío imprudente acariciaba con gran desvergüenza su columna vertebral‚ estaba arrodillado con la mirada pegada en el suelo viendo la sombra que hacía su dolor‚ no pensaba nada‚ no rezaba nada‚ sólo tenía dolor en el corazón.

Yo lo veía de cerca pero aún así no pude acariciarlo‚ sabía que no podía hacerlo‚ aun así cerré los ojos que ya no tenía y junté mis manos que ya no tenía y grité con el alma que me quedaba y grité y nadie me escuchaba, y lloré y nadie me consolaba, y caí.

Él pudo pronunciar palabras y me pedía y me rogaba que regresara, que no lo abandone, que me amaba, sus gritos emocionaron cada parte de mi ser que es ahora espíritu o energía o alma. Lloraba igual que él.

Sus manos llenas de sangre extendidas abrazandome en el suelo, sus rodillas con irrelevante gran dolor apoyadas bajo mi espalda, y yo ahí, sin hacer nada, muerta, esperando la nada.

Sus gritos callaron. Su cabeza retumbó contra el suelo mojado por lágrimas y sangre, no sé cómo había muerto y poco interesaba, sólo quería despertar. No era un sueño sabía que estaba muerta. Maldita sea la muerte e injusta la vida por dejarme vivir y llevarme cuando aún no debía. Maldito el amor que no me dejará amar más.

Si alguien me escucha o me siente.. no sé como ni cuando, les pido que se acuerden de algo que me faltó hacer por desidia o distracción; acuérdense de llenar su alma de vientos que ondulan banderas. Esos vientos llenos de vida que soplan en Lima en el Puente de los Suspiros o en la 9 de julio en Buenos Aires o en la costa del Río de la Plata en Montevideo. O frente a esta misma pantalla, con los dedos en este mismo teclado, donde alguien probablemente siente y piensa que el mundo se hace corto y corto se hace el tiempo y el tiempo se hace nada y la nada se hace eterna y la eternidad insoportable, cuando se deja de soñar en seguir viviendo.

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